Nuevos desafíos impulsan la transformación en el sector agrícola latinoamericano
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Por Javier Chavarro
El año 2025 marca la conclusión del primer trimestre del siglo XXI.S t El siglo XX marcó un hito en la evolución agrícola de Latinoamérica. Durante las últimas dos décadas, la región ha experimentado un importante ajuste y desarrollo agrícola, transformando sus sistemas alimentarios y su panorama agrícola.
Según el Banco Mundial, los sistemas agrícolas y alimentarios de Latinoamérica se han consolidado a nivel mundial como unos de los más exitosos del mundo. Estos sistemas han desempeñado un papel fundamental en la alimentación de una población en rápido crecimiento, contribuyendo al desarrollo económico sostenible y apoyando la urbanización. Además, la producción agrícola de la región ha generado importantes ingresos por exportaciones, posicionando a Latinoamérica como un actor clave en los mercados globales.
Más allá del crecimiento económico, estos avances han tenido un profundo impacto social, contribuyendo a aliviar el hambre y reducir la pobreza no solo en la región, sino a nivel mundial. Mientras el mundo continúa enfrentando nuevos desafíos relacionados con la seguridad alimentaria, el cambio climático y la desigualdad económica, el éxito agrícola de Latinoamérica sirve como modelo de resiliencia e innovación, demostrando el potencial de los sistemas agrícolas bien gestionados para impulsar un cambio positivo a escala global.
“Latinoamérica se ha convertido en el granero y el pulmón del mundo”, afirmó Michael Morris, economista principal de Agricultura del Banco Mundial, y las cifras lo confirman. La industria agroalimentaria es importante para muchas de las economías regionales, representando entre el 5% y el 18% del PIB en 20 países latinoamericanos, y una proporción aún mayor si se considera la contribución más amplia de todos los sistemas alimentarios.
Inflación, reservas y precios de las materias primas
En 2024, la agricultura latinoamericana enfrentó una serie de desafíos que impactaron significativamente los sistemas alimentarios y la productividad agrícola de la región. La inflación de los precios de los alimentos se disparó, presionando tanto a consumidores como a productores, a la vez que redujo el poder adquisitivo y aumentó los costos de producción en todo el sector.
La región también experimentó una notable disminución de las reservas de cereales, lo que generó preocupación por la seguridad alimentaria, en particular en los países con una gran dependencia de cultivos básicos como el maíz y el trigo. Esta escasez de reservas agravó los retos que enfrentaron los productores y las industrias agrícolas locales, limitando su capacidad para satisfacer la creciente demanda y generando preocupación por la posible escasez de productos básicos. Además, el mercado agrícola mundial experimentó una recesión, con una fuerte caída de los precios internacionales de algunos productos.
Esta caída de precios generó un entorno de mercado volátil, que afectó los ingresos por exportaciones y disminuyó la rentabilidad de ciertos cultivos, especialmente en los países que dependen de las exportaciones agrícolas como fuente principal de ingresos. Como resultado, la agricultura latinoamericana tuvo que afrontar un panorama complejo de aumento de costos, reducción de reservas y fluctuaciones en el mercado mundial, lo que requirió estrategias de adaptación para mantener la sostenibilidad y garantizar la seguridad alimentaria ante estas presiones económicas.
Si bien la agroindustria en Argentina, Brasil y México no supera los 6% de su PIB, sus actividades conjuntas representan 76% de la producción total en Latinoamérica. Estos mismos tres países también representan 70% de exportaciones: Brasil (39%), Argentina (16%) y México (16%).
Tendencias de los países de latinoamericanos
El año 2024 no fue un año fácil para la agricultura en latinoamericana, donde las actividades agropecuarias de los países enfrentaron nuevas deficiencias y desafíos que generarán cambios en el futuro cercano de la región
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y las Naciones Unidas, 74% de los países de la región están expuestos a eventos que afectan la estabilidad alimentaria, los cuales estarían fuertemente vinculados al cambio climático, los desastres naturales y las crisis de precios. En términos de producción agrícola, Latinoamérica representa 14% de la producción agrícola mundial, con Brasil, Argentina y México produciendo el 70% de los alimentos de la región.
En un artículo del periódico español El País, se analiza América Futura y, en su contexto, se indica que los productores son la pieza clave del nuevo desarrollo. En este contexto, la geopolítica alimentaria y climática posiciona a Latinoamérica como una región clave para satisfacer las demandas de seguridad global, incluyendo la bioenergía proveniente de fuentes limpias como la biomasa. Esto representa un impulsor del desarrollo y una oportunidad para impulsar una nueva agenda de integración que fortalezca la competitividad regional.
A nivel interno, la promoción de este modelo agrícola requiere el desarrollo de entornos más eficientes en políticas públicas, investigación continua, innovación, emprendimiento y acceso al capital. Esto nos permitirá avanzar hacia la ecointensificación, produciendo más con un menor uso de tierra, agua, fertilizantes, pesticidas y energía, a la vez que se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y se promueve la captura de carbono, convirtiendo la agricultura en una herramienta clave para la mitigación.
Quiebras en Brasil
En Brasil, el sector agrícola se recuperó con un crecimiento de 2% en 2024, impulsado por el aumento de las exportaciones de carne y las proyecciones favorables para la producción agrícola, según las proyecciones publicadas por la Confederación Nacional de Agricultura (CNA). El sector agrícola brasileño está creciendo de nuevo en 2024 tras dos años de recesión debido a problemas climáticos. Esta recuperación alcanzará los 5% en 2025. También se observó que, tras las caídas sufridas por la producción agrícola de 1.8% en 2022 y 3.7% en 2023, el sector logró una recuperación impresionante en 2024 a pesar de haber sufrido este año la peor sequía en la historia de Brasil, la principal economía de Latinoamérica.
Durante el primer trimestre de 2024, según noticias de Bloomberg Brasil, se informó que varios productores brasileños se declararon en quiebra, lo que afectó el auge de $7 mil millones USD en préstamos de financiamiento agrícola, reduciendo los márgenes de ganancia. Algunos fondos han caído por debajo del valor de sus activos subyacentes después de que los productores incumplieran con sus préstamos.
Una de las empresas afectadas por esta falta de pagos fue Agrogalaxy Participações, distribuidora de insumos agrícolas, que perdió casi 80% de su valor el año pasado debido a una caída en ventas y aumento en la morosidad. Actualmente, se encuentra en un proceso de reestructuración estratégica con el cierre de más de 50% de sus unidades comerciales y el despido de más de 40% de sus empleados. Esto llevará a la empresa a operar con 74 unidades, según información presentada por Globo Rural.
Otro distribuidor minorista de insumos agrícolas afectado por esta situación fue Lavoro Agro. Este minorista de suministros agrícolas, que se expandió mediante adquisiciones en medio de un auge agrícola, busca inversores para una inyección de capital en medio de una crisis generalizada del sector que ha afectado a productores, distribuidores e inversores. Según información de Bloomberg, la organización estaba en conversaciones con otras empresas e inversores para recaudar fondos. Este dinero ayudaría a cubrir las necesidades de capital de trabajo de la empresa, que enfrenta condiciones crediticias más restrictivas debido a la situación del sector. En febrero de 2025, anunció que no habrá crecimiento este año y que cerrará 70 de sus tiendas. El grupo señaló que las restricciones crediticias lo obligan a mantener ajustes para equilibrar sus cuentas.
McKinsey indicó que en 2023, los productores brasileños sufrieron pérdidas de cosechas, la caída de los precios de las materias primas y la intensificación de las sequías e inundaciones. Sin embargo, al ser encuestados a principios de 2024, manifestaron que esperaban mejores resultados en los próximos dos años, probablemente influenciados por la creciente importancia de las exportaciones de maíz a China. No obstante, los eventos ocurridos después de la encuesta en el campo (principalmente incendios forestales en las principales regiones productoras de caña de azúcar y soja) podrían haber alterado pronto las perspectivas de rentabilidad de los productores brasileños.
Mercado de agroquímicos en Latinoamérica
En cuanto al valor del mercado de agroquímicos en Latinoamérica, en 2024 se observó una reducción en la mayoría de los países de la región, fluctuando entre 5% y 15% según el país, especialmente debido a la volatilidad del mercado. En los últimos tres años, se han observado fluctuaciones significativas, con aumentos en el valor en 2022, lo que generó cambios drásticos en los años posteriores, agravados por la reducción de superficie, los bajos precios y los altos inventarios en la cadena, lo que condujo a un punto de inflexión crítico.
Un punto clave, sobre el cual no hay mucha claridad, son las existencias de productos y la distribución de inventarios. En países pequeños, existe una red de distribución centrada en pequeñas explotaciones agrícolas que distribuye estos inventarios a lo largo de la cadena, lo que dificulta enormemente determinar el verdadero impacto de las existencias en cada una de ellas.
A diferencia de países como Brasil, donde la distribución de productos se desplaza de los principales proveedores a los grandes productores, con una acumulación de producto que impide un adecuado control de las existencias en las fincas productoras, lo que genera un exceso de existencias en el mercado agrícola sin considerar su tamaño real. A finales de 2024, comenzó a reactivarse el movimiento de productos que contribuirá a la movilización de inventarios en las zonas de cultivo de la cosecha 2024/2025.
Mercado de productos biológicos
En relación con las fusiones y adquisiciones en Latinoamérica, los bioinsumos se han convertido en oportunidades de inversión en la región, ya que son un elemento clave de la transición agroecológica y pueden facilitar el acceso de productos agrícolas a mercados internacionales exigentes. A su vez, la promoción y aplicación de bioinsumos está directamente vinculada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ya que permite aumentar la producción y, al mismo tiempo, conservar y valorizar la biodiversidad, incrementando la fertilidad de los suelos agrícolas sin comprometer el medio ambiente ni la salud de las personas. Sin embargo, en la región aún existen diversos riesgos y limitaciones para su uso y desarrollo.
La pregunta que surge de esta referencia es por qué los inversionistas y las empresas hacen negocios en Latinoamérica. La respuesta es más clara y objetiva: existen oportunidades para ingresar a nuevos mercados, además de oportunidades de crecimiento en sectores específicos.
Según el artículo "The Global Farmer Insights 2024" de McKinsey & Company, publicado octubre de 2024, la adopción de biocontroles y bionutrientes como prácticas orientadas a la sostenibilidad para la salud del suelo ha aumentado a nivel mundial. Aproximadamente el 31% de los productores utiliza bionutrientes, mientras que el 20% utiliza biocontroles. Las principales razones por las que los productores afirman adoptar bionutrientes son: la mejora del rendimiento, la calidad y la salud del suelo. Los productores adoptan biocontroles principalmente para lograr un menor costo total de manejo de plagas por hectarea y una mayor eficacia en comparación con la aplicación exclusiva de protocolos tradicionales de protección de cultivos.
Cada vez más productores adoptan bioestimulantes o biofertilizantes en lugar de controles biológicos en sus protocolos de fertilización y protección de cultivos, priorizando cada vez más la productividad. La transición hacia soluciones centradas en las operaciones subraya una tendencia más amplia en la agricultura, donde la eficiencia y la sostenibilidad cobran una importancia primordial.
Los productores brasileños son líderes en el uso de bionutrientes y biocontroles. El alto uso de bionutrientes (64%) por parte de los productores se basa en la adopción histórica de inóculos, que ha contado con el apoyo del gobierno. Por ejemplo, la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) desarrolló inóculos y nuevas técnicas de coinoculación e implementó programas educativos para concienciar a los productores de soja sobre su eficacia.
En los últimos años, el apoyo gubernamental (p. ej., el Programa Nacional de Bioinsumos y el Plan ABC) y los altos precios de los fertilizantes han acelerado la adopción de otros bionutrientes. En el caso de los biocontroles, la dificultad de controlar nematodos y enfermedades específicos con productos químicos tradicionales impulsa su adopción por parte de los productores brasileños.
Aproximadamente el 90% de los productores que utilizan productos orgánicos afirmaron que esperan mantener o aumentar su inversión en productos de origen biológico. Aproximadamente el 63% mantendrá o aumentará su inversión en productos orgánicos independientemente de las fluctuaciones en los precios de los fertilizantes y los productos fitosanitarios, sugiriendo un mercado resiliente. Los productores no están adoptando productos orgánicos como sustituto de los protocolos tradicionales. Entrevistas con productores revelan que utilizan productos orgánicos para complementar los protocolos existentes de fertilizantes y productos fitosanitarios, en lugar de reemplazarlos, ya que la combinación de estos protocolos mejora el rendimiento.
La sostenibilidad es el futuro
Latinoamérica consolidará su posición como uno de los principales exportadores netos de productos agrícolas, generando nuevas oportunidades para que los productores aprovechen su participación en las cadenas globales de suministro de alimentos.
Donde la sostenibilidad jugará un papel fundamental, impulsando la adopción de tecnologías y métodos que garanticen la conservación de los recursos naturales.
Según noticias de las Naciones Unidas, se espera que Latinoamérica crezca aproximadamente 2.5% en 2025, aunque con riesgos a la baja. Con la mejora del consumo privado y el crecimiento de exportaciones, se espera que la región avance más que el año anterior. Sin embargo, una desaceleración prevista en China y Estados Unidos, entre otros factores, podría retrasarlo, como se indica en el Informe Anual de Perspectivas de la ONU. Mientras tanto, se espera que el crecimiento mundial se mantenga en 2,8%. •